Estrategias
para visibilizar la contribución histórica y actual desde el
análisis crítico de la música
La falta de representación de las mujeres en la música ha sido abordada con respuestas simplistas que ocultan una realidad compleja de estereotipos arraigados y prejuicios históricos. La comprensión de esta trama implica considerar la música como un producto social y desentrañar su contexto histórico y socioeconómico para visibilizar a las mujeres creadoras. La crítica musical y la musicología feminista revelan diferencias en la validación, inclusión y omisión de datos, destacando la necesidad de cuestionar el canon masculino y los obstáculos materiales que enfrentan las mujeres en la música.
La invisibilidad persistente de las mujeres en la música no puede abordarse únicamente con medidas numéricas, sino que requiere una comprensión profunda de los mecanismos que perpetúan su marginación y subrepresentación, así como esfuerzos para reescribir el relato musical desde una perspectiva inclusiva y equitativa.
Sin importar cuándo se discuta la falta de representación de las mujeres en la música, las respuestas típicas suelen girar en torno a frases como "las mujeres no estudian música", "son pocas" y "no tienen calidad". Estas respuestas aparentemente simplistas enmascaran una realidad más compleja, donde los estereotipos arraigados y los prejuicios de larga data han contribuido a la desestimación sistemática del talento femenino en la industria musical.
La comprensión de la compleja trama de relaciones existentes entre música y mujer, con la finalidad de recuperar las aportaciones de las creadoras y explicar las razones de su omisión en la historia de la música, nos obliga a considerar a la música como un producto social y, como tal, surge dentro de un contexto histórico y socioeconómico que es necesario desentrañar para lograr visibilizar a quienes la ejecutan.
La crítica musical y la musicología feminista plantean las diferencias, desde la observación rigurosa del origen de la información, hasta la metodología utilizada para recopilar datos, el desarrollo e incluso la redacción de la investigación. Ahí residen las diferencias entre lo que se valida, lo que se incluye y hasta las razones para omitir a partir de parámetros que de inicio son relaciones de saber y poder, el canon, sesgos y narrativas que tienen como punto de referencia la universalidad masculina, que no contemplan obstáculos materiales, el cierre de espacios de capacitación y profesionalización, factores de género, rutas de escape individuales y contextos que impiden el desarrollo de las mujeres en la música.
Para visibilizar debemos incluso partir la diferencia impuesta, como Pauline Oliveros advirtió en 1970, no deberíamos llamarlas 'mujeres compositoras', porqué al debatir sobre cómo nombrarlas, nos enfrentamos a una forma de exclusión. El 15 de diciembre del 2023, al lanzar la campaña de la iniciativa de Ley Amparo Ochoa para garantizar la paridad en escenarios y festivales masivos en México, el comentario que más se repitió en las redes sociales no fue sobre derechos culturales y laborales, sino sobre el uso del término 'música' para refernos a la profesión. A pesar de que la RAE estableció en 1996 que 'no debe emplearse el masculino para referirse a una mujer', se anulaba la iniciativa por el uso de una palabra, imaginen el escándalo que percibimos cuando utilizamos el término 'musique'.
La negación de nombrar una profesión específica a las mujeres y disidencias en la música perpetúa su invisibilización. Lo que no se nombra, simplemente no existe en la conciencia colectiva donde nos vemos relegadas históricamente a un segundo o tercer plano plano. Esta omisión y múltiples veces negación sistemática, es solo una de muchas que contribuyen a la marginación y subrepresentación en la industria musical, que no encuentra una solución en la representación númerica. Nombrar más, realizar más entrevistas o incluir más canciones en una lista de reproducción no habla de lo fundamental, entender los porqués y cómo se lleva a cabo la invisibilización.
La invisibilidad de las mujeres en la música no es un fenómeno reciente, sino que se ha arraigado durante siglos. La escasa promoción de sus obras ha creado la falsa impresión de que no existían mujeres músicas ni creadoras. Sin embargo, al reconocer esta falta de visibilidad y buscar una compensación histórica, estamos reescribiendo el relato musical para incluir y cuestionar sesgos de género, estereotipos limitantes y la desigualdad de oportunidades, propiciando la escucha a partir de un nuevo piso de apreciación.
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