Mientras algunos saltaban del glam y hard rock al grunge y el britpop, durante un breve y explosivo período a principios de los 90, un movimiento puso la voz de las mujeres en la cultura de una manera que no se había escuchado antes.
Reveló una necesidad y un mercado que hablaba de las esperanzas, los sueños y las experiencias reales de las mujeres jóvenes a partir de un gruñido, el activismo y la figura icónica del feminismo contemporáneo. Riot grrrl, una actitud en crecimiento que dio voz de manera integral al movimiento y contextualizó su expansión de forma creativa. Fue un comienzo, pero también es el registro de anteriores inicios.
En sus canciones se escucha la historia del génesis cultural de los grupos integrados por mujeres que, en parte, estaban aprendiendo a tocar sus instrumentos. Formaron toda una sensibilidad artística, desde un amateurismo intrépido y consciente.
“Estaba sucediendo algo mucho más transformador de lo que se hablaba”, alguna vez dijo Sarah Marcus, autora de 'Girls to the Front: The True Story of the Riot Grrrl Revolution'. El cambio se percibía en las “coathangers”, como se le llamaba a las chicas que se quedaban al fondo del foro cargando chamarras mientras los hombres ingresaban al mosh pit, fueron al frente y se subieron a los escenarios.
'Revolution Girl Style Now', el demo que lanzó en cassette Bikini Kill en 1991, se convirtió en el lema del verano de ese mismo año, el llamado para que las chicas comenzaran bandas, iniciaran fanzines y participaran en la creación de una cultura independiente con poder femenino. Lo que arrancó en un grupo de amigas, se convirtió en una visión de un nuevo tipo de feminismo alimentado por el DIY y la herencia del punk.
Contracultura, pasión y hastío fueron las premisas cuando surgió, al margen de la escena vieron una oportunidad crucial de la expresión y la autodeterminación. El movimiento tomó tantas formas como lo propusieron sus participantes, un esfuerzo para lograr que las mujeres y niñas de la comunidad punk volvieran al micrófono. Proyectos como 7 Year Bitch, Bikini Kill, Bratmobile y Sleater-Kinney realizaron un cambio radical en la narrativa de las mujeres en la historia de la música, fueron las más visibles, pero detrás de ellas logramos ubicar con el mismo espíritu del gruñido a más de 35 bandas en el periodo de 1991 a 1998.
El movimiento riot grrrl cambió nuestra actitud sobre quién podría estar en el escenario. A partir del verano de 1991, la exposición en los medios especializados, el bloqueo informativo desde el interior del movimiento y la implosión de muchas bandas (con un extraordinario regreso en años recientes), ya no fueron una mera curiosidad de una época. En la actualidad las mujeres en el punk rock son habituales, se les menciona e incluye con mayor frecuencia que hace 30 años.
LA OTRA HISTORIA
Tal como nos han contado la historia de la música, antes de 1991 este tipo de bandas eran la anomalía en la línea temporal, la idea de que las mujeres jóvenes tuvieran un papel activo en cualquier parte de la cultura pop parecía radical. Sin embargo, las riot grrrls no fueron las primeras, estaban paradas sobre los hombros de al menos cuatro generaciones de músicas, muchas de ellas enterradas en el olvido, con su temperamento desafiante. Su evolución y legado es una celebración de la vida interior femenina.
Aquel verano riot grrrl nos sirve para mirar adelante con las grandes probabilidades y hacia atrás con las diferentes luchas. No es que en ese preciso instante se hayan dado los primeros pasos, el proceso implica revisar e interpretar los diferentes períodos y descubrir las diversas escenas a las que logran infiltrarse. Ya existían las bandas, ya se había documentado su existencia, incluso Kathleen Hanna se burla un poco al respecto en la canción 'Crochet' de The Julie Ruin al decir “just another book about women in rock”. La bibliografía existía, la difusión fue bloqueada.
El año 1991 fue el momento perfecto para que se concretara de forma masiva la presencia de las mujeres en el underground. Con una agenda política clara, producto de un proceso que Mavis Bayton expone en su tesis de doctorado 'How Women Become Rock Musicians'. No solo explica la influencia de las teddy girls y los estereotipos que rompió el punk en las décadas de los 70 y 80, la cultura estudiantil permitió la participación en muchas actividades que son difíciles de encajar en una rutina de 9 a 5. Fue más fácil reunir a las integrantes de la banda en el mismo lugar y crear una red de apoyo que permitiera el acceso a los instrumentos.
Antes de avanzar tanto hacia el grito de “chicas al frente” de las riot grrrls y observar su relación con los hechos de finales de la década de los 70 y la actualidad, necesitamos saltar hacia el pasado. Hay claras razones sociales y comerciales para que estas mujeres se perdieran en el registro de la música. Por eso es necesario reescribir períodos completos en la historia, encontrarlas en sus propios contextos y en entornos lejos de los espacios públicos. Así tenemos una nueva perspectiva sobre lo privado apropiándose de lo sociopolítico de la música.
GIRLS IN THE GARAGE
Así como se habla de los 90 por la gran cantidad de bandas que aparecen, creer que el antecedente los podemos encontrar en las décadas de los 70 y 80 no es real. No comenzó con The Runaways o con The Go-Go's. Los grupos de los 60 como Ace of Cups, She, The Girls, Goldie & The Gingerbreads, The Untouchable, The Pleasure Seekers, The Liverbirds y muchas más formaron parte de la oleada de adolescentes, que sabían que el rock & roll les pertenecía tanto como a cualquier otra persona.
Tampoco es una historia centrada en Estados Unidos e Inglaterra. Podemos encontrarlas tomando los instrumentos en Alemania (Die Sweetles), Argentina (Las Mosquitas), Canadá (Les Beatlettes), Dinamarca (Cheetas, Les Filles, The Parrots), Finlandia (The Cimmats), Indonesia (Dara Puspita), Japón (Tokyo Happy Cats), México (Las 4 y T y Las Mary Jets), Noruega (The Dandy Girls), Nueva Zelandia (The Fair Sect), Singapur (Dorothy & the Vampires) y Suecia (Les Angeliques, MAK Les Soeurs) . El registro es más amplio, seguimos sumando nombres y sencillos en el rescate histórico.
Las mujeres tenían la misma urgencia y, aunque ninguno de estos grupos se le permitió provocar una explosión en su momento. La serie 'Girls In The Garage' (1987) fue la primera colección llenó ese hueco en la historia de la música con toques de caos, ácido lisérgico, las guitarras en reverb, el súper fuzz y el ritmo masivo que muestra una cruda arrogancia.
Las chicas en el garage, una era definida por el espacio y el sonido. El rock con la naciente libertad sexual y la inclusión en lo público y lo político, sin realizar una declaración de principios arraigada en el movimiento feminista. La música respondía a la misma época, sin una estructura establecida por las referencias. Si las colecciones Pebbles y Nuggets guiaron a una generación de punks, 'Girls In The Garage' capturó la esencia cruda de esos sueños juveniles con guitarras, baterías, micrófonos y amplificadores. Reveló que en el underground todavía se pueden descubrir más capas hacia abajo, la mayoría ocupadas por mujeres.
La realidad es que así como las referencias de los 60 no fueron preservadas, hay un salto enorme entre la aparición de The International Sweethearts of Rhythm en 1937, la primera banda integrada por mujeres del jazz y swing en Estados Unidos, y el rock and roll. La nueva revisión tiene momentos de vodevil transitando hacia el blues, doo wop, R&B, soul, rock, punk e incluso jazz y swing.
Así se construyó el movimiento riot grrrl, fue una revolución de muchas influencias sonoras, políticas y sociales. Con una larga historia de invisibilización a cuestas, deciden que no les interesa que los medios las observen, esa es una de las grandes aportaciones a los movimientos de la actualidad, la frase “don't need you...” empujó un movimiento igualitario e integrador, que alentó a las mujeres a dejar de observar la sociedad para ser protagonistas de la historia.
Pulicado originalmente en la revista Marvin
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