Entre cambios culturales, políticos y sociales la idea de que la música debe ser combativa incluso tiene un sesgo generacional. Cada vez que me preguntan sobre el mensaje de las músicas, los que vivieron la cultura popular del siglo XX desean escucharlo en el metal, punk y rock. Esperan una invasión masiva y consciente en esa área, que todo se acerque a 'Racist, sexist boy' de The Linda Lindas, olvidando que el poder de la palabra se analiza a la par de las protestas contra la violencia de género. Las cuerpas habitan el caos de lo urbano con una actitud desafiante a las normas habituales, incluso las de la industria musical y el canon.
A la distancia emociona el enlace de varias generaciones en el punk a través de The Linda Lindas, conectamos, pero sabemos que la conciencia no está en una sola etiqueta musical, hay otras donde la palabra es tan contundente como brutal. Nuestro reflejo de la realidad cobra sentido en otros espacios, por ejemplo cuando escuchamos a Audry Funk en su programa 'La calle suena a ellas' en Convoy Network o al platicar con las raperas que fluyen a través del activismo en las rimas y en las calles, descubrimos que nombrar la agresión y sublimarla a través de la palabra de “las brujas, todas las gritonas”, como dice Niña Dioz en 'Kamikaze', convierte al hip-hop en la mejor herramienta pedagógica.
Ahí entra la brecha de oído generacional, aunque las mujeres compran cada vez más guitarras (según un estudio de Fender publicado en el 2019), las encontramos principalmente en los sonidos urbanos. De ellas emergen nuevas perspectivas, conceptos multiculturales, críticas y se desarrollan laboratorios y talleres que despiertan voces, empoderan la palabra.
Uno de los más conocidos es Rapquimia de Masta Quba y Marie V, donde se brindan herramientas, estrategias, técnicas vocales y enseñan a escribir letras para que se nombre la rabia, como lo evidencian las canciones de La Cuervo en su disco 'La rebelión y las rosas', quien también participó en el laboratorio y ha generado políticas públicas por medio de las artes y pedagogías críticas en la Directiva en Educación Intermedia A.C.
Platiqué con Lilian Andrea Reynosa Cuervo, quien mucho antes de su canción 'Rapquimia' era “rapera de closet”, tiraba súper flow en su habitación con poemas que todavía no eran canciones, ya había encontrado su género, pero todavía tardaría un tiempo en localizar su lugar, escribiendo para ella/ellas/nosotras. La alquimia del hip-hop permite reconocer las emociones reprimidas a las mujeres y las fortalece para pronunciarse con amor propio.
“Así empecé a encontrar mi propio estilo, aquí es donde puedo hablar, no solo por mí, sino por muchas. Ahí es donde percibí la forma en que escriben las mujeres, esa necesidad profunda y desde una herida profunda que obliga a nombrar es muy distinta a la de los raperos, la mitad es tirarse mierda entre ellos y la otra mitad es decir cosas que no parecen importantes, necesarias”, explica La Cuervo vía telefónica. “Ver la fuerza y la necesidad en las mujeres me motivó muchísimo a escribir. Mi objetivo era materializar todo ese camino, esa es 'La rebelión y las rosas', el disco es mi recorrido en el hip-hop, fue como parir a mi primera hija”.
A través del aprendizaje empírico, La Cuervo comprendió que el hip-hop tiene “herramientas pedagógicas brutales”, lo ha llevado a talleres y laboratorios de educación intermedia, hasta una generación a la que le encanta el rap y que al encontrar la seguridad en las palabras, “terminan haciendo una super rola. Adolescentes de 13 años escribiendo sobre su situación, su realidad, es brutal, son morras que han escrito canciones superfeministas y no porque conozcan las teorías, han vivido la violencia y encuentran en el rap las herramientas. Hay un gran potencial, solo es apropiarte de las herramientas y sentir que eres capaz de hacerlo”.
Con la investigación notó que muchas niñas y adolescentes se sienten incapaces de hacer o de decir, pero al darles las herramientas para escribir y explicarles por donde va, conecta con ellas. “Es un género super chido para hablar y nombrar, creo que eso es precisamente lo que está pasando con las mujeres, hay un movimiento muy grande en el rap, porque estamos encontrando ese espacio, no quiero decirle espacio de privilegio, porque la música no debería serlo, las morras tienen esa concepción de la música, que necesitan algo extra, pero no, con pocas herramientas puedes hacerlo. De eso se trata el hip-hop, son herramientas sencillas con una potencia brutal”.
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