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Nosotras somos el medio


¿Cuántas pioneras podemos nombrar si tener la necesidad de preguntar por las siguientes? “Hay más mujeres de lo que la gente espera utilizando tecnologías electrónicas, pero se quedan fuera de la historia”, cuestionaba y al mismo tiempo afirmaba Tara Rodgers en 'Pink Noises' (2010).

En Alemania ubicamos los primeros experimentos en la radio en el Institut für Rundfunktechnik, creado en Berlín en 1928 y que, después de algunas intermitencias, volvió a cerrarse a finales de 2020. El instituto y la fundación del Studio Für Elektronische Musik Des Westdeutschen Rundfunks en 1951 son parte del desarrollo de la electrónica, la gente quería conscientemente crear algo nuevo en los años de la posguerra, querían quitarle la emoción a la música, para que nunca más pudiera volverse vulnerable, expuesta a ataques y sujeta a usos para los propósitos equivocados.

En México la historia es diferente, el nacimiento de la música electrónica “está unido a tres desarrollos: la composición del primer trabajo electrónico por un compositor mexicano, el invento en el país del primer sintetizador de América Latina, ambos alrededor de 1960, y la apertura del primer estudio de música electrónica en 1970”, según explica Rodrigo Sigal en 'Breve reflexión sobre la música electroacústica en México'.

Sin embargo, en ambas líneas del tiempo notamos las ausencias. Por supuesto, desde el inicio las mujeres se han interesado en diseñar y producir nuevas estructuras de sonido, especialmente en relación con la radio, sin embargo no son nombradas en esa línea de experimentos de difusión masiva a través de los receptores. Evidenciar las historias y descubrir que la mayoría de las participantes no solo son parte de una escena, sino que también se consideran “el medio”, como se discribiría a si misma DJ Resom, nos permite ubicarlas en decks, tornamesas y en los micrófonos, realizando labores de divulgación, exposición e impulso de su escena.

En el conversatorio Hertz-Flimmern + Sonoridad confirmamos que la curiosidad y la necesidad de interactuar con vinilos, realizar grabaciones caseras y lograr un registro a partir de su propia experiencia, fue una constante en la infancia y adolescencia de las participantes. El camino de la mayoría ha sido autodidacta, de espectadoras a creadoras bajo la línea Do It Yourself: consigue la tecnología, conócela y utilízala para romper muchos esquemas. Como nos recordó la DJ Hackie, Alicia Urreta decía “yo siempre juego, pero juego muy en serio”, el interés nació desde el placer, desde el juego.

Por claras razones la música electrónica es asociada con la tecnología, que en sí misma está fuertemente categorizada como masculina, pero el aprendizaje informal y los proyectos de formación colectiva con los que interactuamos en el conversatorio, como Djversity e Hibridas y Quimeras (de la que forma parte Piaka Roela), han creado espacios que generan una familiaridad y confianza en todos los aspectos mecánicos y técnicos.



Al combinarse con comunidades como ://about blank (de la que forma parte DJ Resom) y espacios disidentes en línea como Constelaciones en la piel y el Club del Ruido de Steff Torres y Radio Cósmica (proyecto impulsado por Hackie y al que también pertenece quien escribe), trascendemos fronteras ideológicas y geográficas. A través del activismo feminista establecemos una relación de la música con la política cultural.





Listen to "Constelaciones en la Piel #71 Baile entre las tumbas" on Spreaker.

Todas las participantes han creado sus propios laboratorios y han incursionado de una u otra manera en la radio para difundir música a nivel popular, pero la música electrónica también nace en la academia y no solo está enfocada a la pista de baile, por esa razón es tan necesaria la conexión en ambas líneas de tiempo, no solo para llenar los espacios vacíos en la historia de las mujeres en la música, necesitamos conocer nuestra evolución dentro del género.



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