Con el regreso de la vida nocturna en diferentes ciudades del país, las preguntas que surgen en diversos espacios feministas no son sobre las restricciones y medidas generales de protección a la salud, son problemáticas que están afectando la libertad de solo un sector de la población. En un país con alerta de género y sin protocolos que garanticen la seguridad, ¿qué tanto consideramos nuestro derecho a la noche?
Aparentemente el tema se mantuvo lejos de la conversación en estos años de confinamiento, pero nunca ha dejado de ser importante. Las acciones que se han realizado son insuficientes para garantizar el derecho a sentirnos seguras al ser parte de la economía nocturna, hacer ejercicio, viajar hacia y desde el trabajo, la escuela o la universidad. Todas tenemos en la mente las frases “llaves entre los dedos” y “escríbeme cuando llegues a casa”, con la apertura de los espacios es necesario multiplicar las voces, investigaciones, definiciones y hablar de los límites de la vida nocturna para las mujeres.
Hace varios meses en una conversación organizada por Sonoridad en Twitter Spaces titulada “Anoche una DJ salvó mi vida”, tuve la oportunidad de abordar el tema con María Delirium de Mujeres Vinileras, quien se encuentra en la etapa inicial de su investigación en estudios sobre la vida nocturna, al que debemos agregar el movimiento reclaim the/these streets y el concepto derecho a la noche, donde a partir de estudios antropológicos se analizan “estas barreras invisibles que tenemos para divertirnos”.
Hablar del derecho a la noche abarca “desde qué eliges ponerte para salir de tu casa, saber en qué transporte te vas a mover y que también de eso dependa tu outfit, además que cuando llegas al bar o a la pista de baile enfrentas otro tipo de cosas, como el acoso. Tampoco existen criterios por parte de los establecimientos culturales o de espectáculos o donde se lleve a cabo la fiesta, no hay protocolos, se ha normalizado que todas hayamos atravesado situaciones incómodas en nuestro momento de disfrute, ocio y esparcimiento”, explica la investigadora y DJ de Mujeres Vinileras.
Pero también es sobre la construcción de nuestros espacios seguros, exigirlos cuando son inexistentes, tal como lo hicieron las 53 colectivas y organizaciones feministas en Chiapas que intervinieron el espacio público con una manta que decía LA NOCHE TAMBIÉN ES NUESTRA. En el perfil de Instagram de Tuxtla de las Diosas, las colectivas comunicaron sus exigencias para que “los bares y antros de la ciudad, cuenten con medidas obligatorias de seguridad para garantizar que las mujeres se encuentren libres de violencia en estos espacios. Estamos hartas de la inseguridad y no quitaremos el dedo del renglón”. Desde ahí también activaron la campaña #FunaTuAntro, con el objetivo de rastrear y visibilizar las violencias en esos espacios, y poder así, enfrentarlas desde las colectivas, las instituciones y la sociedad civil.
Gracias al trabajo y acciones previas de las colectivas unidas en Chiapas y con el pliego petitorio entregado al gobierno local, lograron que “se firmara un pacto entre el mismo y varios centros nocturnos ubicados en la zona dorada de la ciudad. Dentro del pacto están obligados a realizar una campaña para quitar la publicidad machista que cada uno tenía en sus establecimientos, reemplazándolos por anuncios de no violencia y respeto hacia las mujeres, y con esto, posicionarse en contra de la violencia de género”, me informaron Tuxtla de las Diosas en entrevista vía correo electrónico.
Tras el movimiento en redes sociales por la desaparición de Debhani Susana Escobar Bazaldú en Nuevo León y las acciones en el espacio público en los estados donde se ha evidenciado la violencia, los comercios locales han iniciado campañas de apoyo hacia las mujeres en caso de que se sientan vulnerables, pero sabemos que el posicionamiento sin un trabajo integral es insuficiente, esa es la razón por la que se buscan vías alternas como Me Too Fiesta, una cuenta que apareció recientemente en Instagram para realizar denuncias anónimas.
Es necesario pensar en la eliminación de imágenes que cosifican y promuevan la violencia, tal como lo hicieron Tuxtla de las Diosas, programar espectáculos de forma incluyente, colocar avisos de cero tolerancia y crear protocolos de ayuda en áreas visibles para las mujeres. Hay quienes proponen el regreso de las tardeadas para no exponer a las asistentes y músicas a la ola de violencia que se vive en México, pero esto implica perder nuestro derecho a la noche, lo importante en este momento es atacar la problemática desde una visión integral y cultural.
Existen investigaciones que han generado movimientos como Noches seguras para todas en España y organizaciones como Sexism Free Night en la Unión Europea, donde se realizan campañas que desafían actitudes e impulsan el cambio de comportamientos, pero también buscan alentar la denuncia y señalar a las víctimas dónde pueden obtener ayuda y apoyo. Ambos proyectos han liberado manuales para crear conciencia en profesionales de la vida nocturna y organizadores de festivales, tienen la intención de desarrollar herramientas para prevenir y responder a la violencia sexualizada, capacitando “futuros líderes en la promoción de un entorno más seguro e igualitario”.
Publicado originalmente en Indie Rocks!
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