A los 30 años, Sister Rosetta Tharpe grabó 'Rock Me', el verdadero primer corte de rock and roll de la historia. Lo compuso en 1944 mientras Chuck Berry estaba en la cárcel, Little Richard todavía era un estudiante. Elvis y Dylan se declararon seguidores y Johnny Cash y Jerry Lee Lewis sus alumnos.
Gruñó con tal intensidad que, décadas después seguimos identificándolo como un acto de rebeldía de movimientos culturales y musicales, la idea para fundar sellos discográficos e incluso luchar contra investigaciones pseudocientíficas donde se afirmaban que la voz y la personalidad estaban vinculadas. La histeria femenina debía ser censurada.
Llenos de blues y la mezcla de sonidos que derivaron en el rock and roll, se pensaba que las mujeres eran susceptibles a mostrar tensión o neurosis en sus voces, incluso se consideró que cuerdas vocales como un órgano sexual secundario, por lo tanto susceptible a la frustración e inestabilidad emocional. Imaginen el revuelo y la atracción que provocaron Laura Lee Perkins, Joyce Green y Wanda Jackson, entre otras, cuando empezaron a gritar y gruñir respondiendo al espíritu de la música.
Las ideas sobre las voces femeninas fueron apoyadas en la prensa popular, se buscaba entrenar la voz a través de manuales de salud, higiene y etiqueta dirigidos a adolescentes. Se les indicaba que tenían más probabilidades de éxito y formar una familia simplemente por el tono de su voz. No se aconsejaban las voces estridentes, pero eso elevó el pulso de los compradores de discos de rock and roll. Los productores lo pedían a las vocalistas, que para la época no estaban cómodas con la idea que no tardaría en adoptarse en el rockabilly, se convertiría en un sello que trascendería como herencia del blues hacia el garage, metal, noise, punk y soul.
Desde la década de los 50 el gruñido fue parte del rock and roll, era lo que se esperaba en la transición hacia 'I Put A Spell on You' de Screaming Jay Hawkins, 'Tutti Frutti' de Little Richard y 'Jailhouse Rock' de Elvis Presley, era el elemento característico del sexo que junto con el baile incomodaba a los adultos. Se imprimió ese mismo sello a las voces de las mujeres que se ponían al frente de un micrófono en la época.
Escuchar el registro de una mujer balanceándose hacia los graves en los años treinta, cuarenta, cincuenta y sesenta brindaba una cualidad salvaje a quien lo emitía, contradictoriamente se le pedía a las adolescentes que sometieran sus emociones a un manual de conducta.
¿Qué hay en un gruñido? Todo depende de la era en la que se escuche, hablar de revolution girl style now en el contexto de la década de los 90 implica ese sonido en el marco de una oleada feminista, aunque la mayoría de las voces eran sumamente agudas.
El rock de los primeros tiempos era guiado por una fuerza sexual, la industria por ésta misma razón descartó las posibilidades que fueron adoptadas sin dudarlo en la contracultura, pasión y hastío que acompañaron al movimiento riot grrrl.
¿Hay algo poderoso que una mujer compartiendo su voz cuando sintió que nunca se le permitió hacerlo?, el manifiesto que se distribuye para conmemorar el #RiotGrrrlDay, fue el punto de partida de un movimiento que fomentó compartir historias a través de la narración, la inclusión y la colaboración.
Ese gruñido permite tejer una red de expresiones, construir referentes e inspirarnos.
Habla de la fuerza de la voz que continuamente fue silenciada en la música, como acción se enlaza con la aparición de Ellas Rugen Records en España, el sello que reinvindica y visibiliza las voces más singulares de Latinoamérica a través de una extensa serie de ritmos y estilos.
Su primer lanzamiento ya ha provocado revuelo, escuchar a la peruana Yma Sumac fuera de la lista de recomendaciones de Olivia Jean con 'Malambo No. 1' es una de las mejores experiencias que le pueden dar a sus oídos.
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