Nada mejor que un alarido femenino, sobre todo si llega como una provocación incisiva convertida en punk y bajo el nombre de Sleater-Kinney. Ocho producciones respaldan al trío convertido en dueto, un largo manifiesto de feminismo que no cansa por dos motivos: ritmo y explosión. Sin embargo los agregados sintéticos de 'The Center Won't Hold' no solo cambian el sonido de la banda, modificaron la alineación poco antes de lanzar el nuevo disco.
Sleater-Kinney, que tomó su nombre de una carretera de su natal Olympia, Washington, se formó de los restos de Heavens to Betsy y Excuse 17, un par de grupos que militaban en la primera oleada del movimiento riot grrrl de los 90. Desde sus inicios ha sido un trío, sin embargo la fuerza de la banda radica en las vocalistas-guitarristas Corin Tucker y Carrie Brownstein, logrando en conjunción un poderoso acto en vivo, que en este momento de 2019 tendrá que unificarse aún más con la salida de la baterista Janet Weiss.
El grupo grabó su debut homónimo en 1995, desde su lanzamiento fue bien recibido por su intensidad visceral y por sus letras provocativas cargadas de política, vocales apasionadas y una excelente base rítmica. Con incisivos ataques a la inequidad sexual, el consumismo y la escena independiente dominada por hombres, el trío se complementó y creó una increíble cohesión a través del punk y garage-rock, sin embargo entre 'One Beat' y 'The Woods' la energía se diluyó, dejándonos en el silencio hasta el 2015, momento en el que apareció 'No Cities To Love'.
Después de un cambio en la perspectiva de las canciones, una gira y el humor 'Portlandia' intensificándose, creíamos que el interior de Sleater-Kinney resistiría el lanzamiento del nuevo disco, sin embargo el título de 'The Center Won't Hold' no es un presagio, es una invitación a la reflexión desde un poema de W.B. Yeats que realiza un balance entre lo sintético vía la producción de St. Vincent, las exploraciones que intensifican las vocales en cortes suaves y los riffs que definieron muchos años su sonido, pero con un toque pop que le costó al grupo su baterista.
En el contexto post #MeToo, Trump y Brexit, Sleater-Kinney realiza una reflexión sobre su propia existencia, realiza una exploración que de muchas formas nos recuerda el camino que siguió St. Vincent, entre 'Masseduction' y las fotos promocionales de 'The Center Won't Hold' encontramos una clara exposición de trasero que no necesita explicaciones.
Ambiciones, deseo y miedo, así podría resumirse el disco, pero tenemos un sonido más pulido en medio de los elementos viscerales que nos obliga a escuchar con otra perspectiva a Sleater-Kinney, las ironías siguen ahí, sin embargo se mezclan con el hoy y mañana, mientras el mundo parece estallar es necesario recordar como bailar ('Bad Dance'), sobre todo cuando inicias el día observando una pequeña pantalla ('The Future Is Here'), creyendo que todo mundo se ve feliz y es tan gracioso ('Can I Go On') que debe desbordarse en una línea de tiempo que inevitablemente se enrolla en nuestro espacio.
“Sell our rage, buy and trade/But we still cry for free every day”
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