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Goldfrapp: electro glam cruzando Berlín, Londres y Nueva York



Tres celebraciones importantes para Goldfrapp ocurren este 2020, por un lado su álbum debut cumple 20 años y sus momentos bailable más importante cumplen 15 y 10 años. No es que los discos sean complementarios, solo dos de ellos mueven por las mismas atmósferas, pero si son instantes que definen a un proyecto a través de sus ambiciones.

Con 'Felt Mountain' (2000) exploraron los límites de lo sensual y lo etéreo, en los siguientes años el dueto compuesto por la vocalista Alison Goldfrapp y el compositor Will Gregory se movieron mucho más allá del folk, las atmósferas de película y mezclaron la decadencia con el cabaret alemán. En su tercera producción 'Supernature' (2005), Goldfrapp continuó su inmersión en el mundo “adulto”, juntando un lascivo electro con cascadas de sintetizadores bajo la influencia del electroclash, mientras que en 'Head First' (2010) se dejaron llevar por aquello que en Sonic Arsenal conocemos como el efecto Xanadu.

Alison Goldfrapp anunció lentamente su transformación de sirena del trip-hop (solo basta recordar su colaboración con Tricky) a bomba enfundada en piel, pero aunque podríamos pensar que ya lo vimos todo, Goldfrapp todavía no termina de revelar sus otras identidades. Lo que siguió en 'Supernature' y 'Head First' es el descubrimiento de un personaje que mezcla sus anteriores alter egos, capaz de desarrollar un sonido "electrónico, glam cruzado con Berlín, Nueva York y el atardecer de noreste”.



A pesar que el espíritu de Goldfrapp, con todo y sus pequeñas transformaciones, sigue siendo el mismo, la verdad es que los fans de 'Felt Mountain' encontraron pocos elementos reconocibles, pero observamos y entendimos la evolución conforme fueron apareciendo sus siete discos. El perfecto y glamoroso dancefloor pop electrónico surgió en diferentes instantes, curiosamente es muy accesible para cualquier oído a pesar de la complicación del término. El ritmo subió y bajó constantemente, en un momento podías ver a la reina disco en 'Ride A White Horse' (¿alguna referencia a T. Rex?) y algunos años después encontrarte con la fe traducida en música de 'Believer'.



El hecho es que todo lo que ha realizado y producido el dueto británico ha sido formidable, se han salido del molde de lo que se escuchaba en su momento, sobre todo porque nadie como Goldfrapp ha logrado unir los diversos estilos y sonidos de John Barry (reconocido creador de soundtracks), Gary Numan (uno de los padres del synthpop), Kraftwerk (dueños del robot-pop), Giorgio Moroder (jefe de jefes de la música disco) y Jeff Lynne (el creador de sonidos expansivos de ELO). Goldfrapp puede hacerlo con facilidad y en cada uno de sus intentos ha logrado concretar algo totalmente diferente.


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