Durante años Fiona Apple estuvo construyendo este material en su casa en Los Angeles, fue armándolo conforme fueron pasando las eras, entre ellas la decadencia del sueño americano, la elección de Donald Trump, la era #MeToo y caminar hacia una década que desde este momento ha perdido el sentido.
La cantante, que fue sexualizada a la edad de 18 años para someterla a la era del grunge, decidió desaparecer de la luz pública para crear, para no lidiar con la prensa musical y la incomprensión de las disqueras, no busca ser complaciente, reta el oído con caos y disonancias, recordándonos su pasión por el jazz, la música se libera y te obliga a repetir desde el inicio.
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