En tiempos en que la industria de la música discute su propia existencia, Twenty Feet From Stardom lleva al frente del escenario las voces sin rostro que han sido cruciales en la historia del rock and roll, cuyas historias rara vez se han dicho antes, obligando a la memoria a recordar ese instante que aparentemente se encuentra al fondo, pero evolucionó a través de los ganchos que interpretó, ubicándose dentro del mismo cambio social y musical de los años 60, 70 y 80.
A través del documental “las niñas de color” que realizan el memorable coro de “Walk on the Wild Side” de Lou Reed, que agregaron más texturas a la época soul de David Bowie en “Young Americans” e interpretaron el escalofriante estribillo de “Rape, murder / It’s just a shot away / It’s just a shot away” en “Gimme Shelter” de los Rolling Stones, pasan al frente para mostrar su innegable influencia a lo largo de 60 años de historia en la música popular, sus antecedentes gospel en el coro de la iglesia, las diferencias entre los grupos vocales Ikettes de Ike Turner y Raelettes de Ray Charles, así como la versatilidad que las definía, los intentos solistas bloqueados por las disqueras y la habilidad de esas vocalistas para integrarse a diversos géneros tan solo para concretar la visión del líder.
Múltiples voces conocidas de cantantes anónimas, la película es un tributo más allá de los créditos en los discos, busca poner rostros a quienes dieron forma y estilo a la música, además de brindar una reflexión sobre conflictos y sacrificios en la carrera de cinco artistas dotadas con un amplio rango vocal capaz de abarcar una larga gama de estilos, pero desde las sombras del estrellato. Merry Clayton, Lisa Fischer, Claudia Lennear, Darlene Love y Táta Vega, entre otras, son la marca que el rock and roll (sobre todo el británico) buscaba para validarse a través del blues con cantantes de fondo alejadas del molde del pop tradicional.
La película encuentra el centro de sus objetivos en Darlene Love, quizá la primera cantante en cruzar de la tradición del gospel hacia el pop, estableciéndose como una de las voces que fundaron de alguna manera el rock y el soul como integrante de Blossoms, contribuyendo en canciones de Sam Cooke y Frank Sinatra, siendo la voz fantasma “He's a Rebel”, corte producido por Phil Spector pero que fue acreditado a sus protegidas, el grupo pop femenino The Crystals. Love de muchas maneras representa la historia de muchas otras, como las reclutas de Ike Turner, las Ikettes, utilizadas como elemento sexual, visual y vocal con pocas probabilidades de acercarse al micrófono central.
El director Morgan Neville inicia de forma provocativa, desde los créditos iniciales muestra una serie de portadas y fotografías en las que lo único que se ve claramente son las figuras que anteriormente eran anónimas, se enfoca en las personas alrededor de los micrófonos del fondo. En esa primera secuencia escuchamos “Walk on the Wild Side”, de la que no tardarán en saltar en los siguientes 91 minutos las famosas “chicas de color” capaces de ofrecer más que “doo do doo do doo...”.
Aunque con historias de dolor, fracaso y robo — Darlene Love no recibe regalías por su popular grabación “Christmas (Baby Please Come Home)” al ser marginada por Phil Spector — estas vocalistas cuentan con orgullo su paso por la historia de la música, remarcando su contribución y las razones por las que al proveer un “sonido crudo real” cambió el rock and roll, sobre todo en las décadas de los 70 y 80; exponiendo también que debido al Auto-Tune, el sampleo y otros trucos de grabación su participación en la actualidad parece superflua tanto en las sesiones en el estudio (cuando las hay) como en los conciertos.
No todos son buenos recuerdos entre las cantantes que se encuentran a la sombra. Clayton expresa su frustración por no haber recibido el apoyo de la disquera cuando intentó ser solista; mientras que Lennear, la inspiración de los Stones en “Brown Sugar”, no pudo continuar una carrera musical por la falta de oportunidades.
Aunque el director logra que Bruce Springsteen, Mick Jagger, Stevie Wonder y Sting rebelen la importancia de las vocalistas de apoyo, no son ellos los que logran explicar qué hace que una estrella destaque entre la multitud. Neville plantea la pregunta en diversas ocasiones, pero la respuesta sigue siendo difícil de alcanzar aún después de ver el talento de cada una de ellas. Las maravillosas voces que compartieron el escenario (y en ocasiones las camas, el alcohol y las drogas) se muestran un tanto humildes respecto a la fama, pero orgullosas de su instrumento y su participación en la música, que habla por sí misma, muestra una corriente que con su ausencia parece inconcebible.
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